sábado, enero 17, 2009

El ratón volador


Habían escuchado de un gato volador, pero yo tengo la foto de un ratón volador, se los presento

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Enseñanzas del peyote

Aprovechando que tengo el blog muy descuidado, y por consiguiente mis lectores seguramente ya les dió hueva visitarlo. Pues ha llegado el día en que haga una confesión al fin que casi casi es como un apunte privado.

Recibí una llamada ofreciéndome uno, me atraía la idea, vi los pros y contras finalmente cuando contesté el teléfono, con todo aplomo dije "No, definitivamente no", pero ya saben como son las mujeres, "Mira solo prueba, sino te late pues no hay purrun" (purrun viene del inglés - purring - ronronear)...total que fuí.

Ya antes lo había visto, y a pesar de mi ánimo anticarro, ese modelito me encantó. Negrito , bonito, sin golpes, un peyote negro convertible. Yo no sé porque me pasa esto, si yo lo que quería era un auto de cuatro asientos con lo más básico, pero cuando se me van las bridas, ni que decir, ya le había hecho un cheque de adelanto a quién me lo vendía. Realmente no sé exactamente lo que me motivó, he sobrevivido sin carro en mis treinta, a mí me gusta leer en el metro, no soy fiestero, no distingo un carro de otro. Con decirles que en mi segundo choque no supe contra lo que chocaba, le tuve que decir a mi ajustador, "un carro negro con llantas", bueno, con 3 llantas y una doblada.

Lo que seguía era aprender a conducir, hacía como 13 años que me había metido a una de esas escuelas de manejo de neza, ya saben no enseñan nada. Hace dos años, un amigo me había enseñado un poco más, pero honor a quien honor merece fue mi novia quien me dió el aprendizaje más real.

La primera vez que lo llevé al trabajo me metí a Tlalpan en hora pico con los amables microbuseros y conductores tranquilos de la ciudad de méxico en esas horas. Casi lloró. Cuando llegué al trabajo, pensé en dejarlo con el conserje de la antigua oficina, pero me dijo ni mais, asi que tuve que salir y al momento de salir del estacionamiento, una camioneta se enfrena y da banquetazo, yo todo espantado que me doy vuelta en la siguiente calle...en sentido contrario con todo y patrulla.

Yo digo que ese peyote estaba condenado, su antigua dueña lo usaba poco y durante como dos años estuvo confinado en un estacionamiento, en lo que todos los papeles estuvieron listos otro mes pasó confinado. La historia del estacionamiento es también interesante, poco antes de adquirir el carro, compré el lugar. Las primeras veces, mi novia metía el carro pero luego irremediablemente me tocó, el lugar es muy simpático, hasta el fondo y si uno se carga del lado del chofer hacia la pared no hay modo de salir y no se le ocurra a uno subir de peso porque no hay modo. Luego mis otros dos vecinos que compartimos los lugares en hilera, ya me despiertan en la madrugada para mover el carro, o yo los despierto en la noche.

Luego el tiempo, hacía más tiempo de ida y de regreso al trabajo que a pie, y además no podía leer. Después ¡me chocaron! como diría la famosa regia de you tube y que un señor con carita como de narco con su beetle me pegara y se diera a la fuga. O cuando por entrar en el circuito interior en la madrugada, un tráiler de doble remolque me fue haciendo cada vez más delgado el camino con todo y que frenaba y que, cuando temía lo peor ví como me rebanaba mi espejo izquierdo y nada más y que 200 metros adelante había un atropellado en los carriles de alta del circuito como que me paniquié, eso sin contar el asalto a mano armada que me hicieron en un semáforo camino a casa.

Llegó el momento en que dije ya basta, y ahora lo sacó solo los fines de semana, en la semana leo mis libros en el camino al trabajo, me niego a deshacerme de él, a pesar de todo, la verdad es que me gusta, quizá es la ciudad, quizá el estacionamiento, quizá...¿qué creen mis lectores habrá una moraleja a todo esto?. Ciao por hoy.

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