Los taxis empezaron a existir cuando empecé a trabajar, me han llevado a muchos lados, quizás cuando muera, Caronte venga en su taxi y me conduzca al limbo.
Mucha gente no platica con los taxistas pero hay criaturas interesantes. El taxi tiene la extraña propiedad de juntar a dos personas y llevarlas a contarse cosas muy triviales o muy tremendas, en mis travesías me han contado un chorro de historias, desde un viejito que hace el amor a una señora de las lomas mientras su marido está de viaje y ella le paga hasta el viaje en helicóptero, fantoches que dicen que se tiran a las supermujeres que se suben a su taxi, un muerto que es conducido hacia su velorio hacia veracruz, alguien que comparte mi gusto por algunos autores de libros y que al final me tira la onda,hasta santeros que adivinan el futuro.
Un día las iglesias evolucionarán y pondrán sus confesionarios en los taxis. Por hoy, me han llevado a casa y ha sido un pretexto para escribir en mi blog y agradecerles a mis lectores su paciencia.
domingo, agosto 05, 2007
El taxi y la intimidad
Publicadas por david a la/s 1:25 a.m.
Etiquetas: ciudad de méxico, contemplaciones
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3 comentarios:
Mi estimado David...
Subirse a un taxi en esta ciudad es toda una aventura, desde la sensación de cautela por si te asaltan... hasta las historias de horror que a veces salen.
Últimamente he tenido que utilizar de nuevo el SMT y cada cosa que sucede... que te comprendo.
Bicho besitos
Mi Davisillo desde Chiquillo
Los Texis ya tienen mas tiempo que desde tu comenzaste a trabajar. Aunque supongo que te refieres a que para ti no existian, me vi en la necesidad de hacerles una defensa historica....jiji
-jm
David, creo que de los taxis omitiste un par de referencias imprscindibles, Norma, a la que Arjona le besó hasta la sombra abordó uno en Reforma y creeme, de escuchar esa historia me nació una vocación incontralable por kanejar uno y ruletear en esa arteria, con la esperanza de que Diana, la Cazadora, algún dia me aborde y deslizar mi tacto por las tentacciones de su bronce; el segundo detalle omitido es que los taxistas, no los taxis, tienen una maléfica capacidad de mimetismo y si nos ven urgidos, en lugar de detenerse, aceleran, o nos dejan con el brazo extendido para dar preferencia a alguna minifalda o un escote prometedor.
Un abrazo.
Juan Manuel
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