sábado, mayo 20, 2006

La importancia de llamarse...

Nunca les ha pasado que tienen un peluche (algún día les contare la historia de Agamenón) que está abandonado a su suerte, pero que cuando le ponen un nombre, de pronto, ¿ya existe?.

De qué modo el nombre está ligado a la existencia. Cuando uno define lo que es negro, define, por complemento, lo que es blanco. Lo peculiar es que los nombres se combinan con más nombres y se llegan a conceptos y definiciones, que pueden ser aún más poderosos.

Por ejemplo, el concepto de que la tierra era plana y de que el sol se movía alrededor de ella, no era simplemente una locura de la edad media, sobre ella se basaba la idea de pueblo elegido de Dios y en ella los principios morales y éticos de sus habitantes. Finalmente lo que defendía la iglesia, no era que la tierra no pudiera girar alrededor del sol, sino todo el sistema de creencias de la época.

Otro ejemplo, es el caso de las constituciones de los pueblos, ¿no se trata de armatostes de definiciones sobre lo que debe ser?. Una constitución es importante porque es la antesala a un mundo nuevo, me explico, cuando en un país se establece una ley como la de abolición de la esclavitud, ¿no hace que desaparezcan los esclavos?.

Claro, me dirán, se requiere, además, alguien que las haga valer, alguien que no tolere su no cumplimiento. Llegamos así al enigma de la creación de nuevas cosas, una definición y la voluntad de su cumplimiento, dicho de otro modo, decir algo y cumplirlo, o en palabras bíblicas ¡Hágase la luz!

En el plano personal, todos tenemos, mas o menos, una superdefinición que abarca lo que somos, lo que sabemos, una definición compleja con muchos incisos, con secciones contradictorias. Esta definición nos permite "aprender" el mundo, en el sentido de aprehender, tomar; es decir, tener una descripción del mundo basada en nuestra superdefinición. Sobre esa idea nos movemos en el día a día y nos permite interpretar nuestra realidad. Eso significa que si nosotros queremos cambiar "nuestro mundo", valga decir, esta descripción, solo tenemos que cambiar nuestra superdefinición.

Sin embargo, no es fácil, porque las definiciones nos dan seguridad, nos hacen creer que la descripción del mundo, es, el mundo y nos dan certidumbre dentro de nuestra lógica. Hacer nuevas definiciones es como crear un hijo, como en la novela de Mary Shelley, Frankenstein, un hijo que se puede volver contra su creador.

Por eso, para redefinirmos tenemos dos posibilidades, la primera, vivir cosas que se salgan de lo que creemos, hacer cosas irracionales, cosas que nos permitan visualizar lo incoherente de nuestras definiciones, romper el script, o bien, autorevisar las definiciones para encontrar contradicciones. Sin duda para mí, la primera es la mejor opción, porque es mucho más rápida.

Luego Doctores Frankenstein, la pelota está en su cancha...

1 comentario:

david dijo...

Flaco, para su tío :), díle que me ha abandonado